sábado, 18 de junio de 2011

DE LA CRONICA DE MONA

Cada sábado de psicodrama es un día donde me voy a encontrar con algo nuevo, un nuevo saber, una nueva vivencia.
El último sábado llegamos temprano con Cristina preferimos el metro para tener asegurado nuestra llegada a tiempo. Juan Carlos nos recibe con amabilidad como siempre, si llegas con puntualidad. Empezamos con el ritual de sentarnos en el piso y compartir unos mates con galletitas es un buen momento de reencuentro, de miradas, silencios, también de cierta ansiedad.
Desde ese mismo lugar comenzamos una breve charla sobre lo que querramos decir sobre algo o sobre nosotros, y comienza la clase teórica.
Se hablo de las distintas etapas desde el nacimiento, como la etapa del bebe, la etapa del espejo, y de la fantasía y realidad. Volvimos sobre como Moreno se queda con lo manifiesto y no indaga en lo latente, si los psicoanalistas psicodramatistas, que si ven lo latente, detrás de una escena manifiesta. También su pensamiento sobre romper con la conserva cultural, que se opone a la espontaneidad y con las tres escenas con que trabaja el psicodramatista que son: la fantaseada, la fantástica o arquetipos.
Entre estos interesantes temas aparece el sipalki do, disciplina oriental, cuya característica es el movimiento con cañas. Son elementos que se usan solos o entre dos. Aprendes que “lo importante no es ganar, sino descubrir el punto fuerte de uno, a partir de la debilidad del otro”.
Después de escuchar distintos saberes, comenzamos el momento de expresarnos, de expresar con nuestro cuerpo, con nuestra mirada.
Empezamos caminando por el lugar, buscamos diferentes espacios nos quedamos en uno elegido. A continuación tomamos algunas de nosotras una caña con una pareja íbamos por distintos lados y con distintos movimientos, con la caña como elemento de juego, de interposición o de comunicación tal vez cada uno lo interpretará a su manera. Luego nos separamos en dos grupos y en pareja chocamos nuestras cañas mientras nos mirábamos a los ojos y recorríamos el lugar, después de esto la consigna fue: Al comienzo de la música chocar las cañas, al finalizar la musica seguir chocando las cañas y expresarnos verbalmente. Fue un momento intenso, donde esto era interpretado por una sola pareja, mientras el resto observaba. Finalmente hicimos una rueda con las cañas y junto con ella danzamos, nos encontrábamos y desencontrábamos, hasta que la música se detuvo. Fue el último momento del final de nuestro encuentro, porque después vendrá el cierre, con una charla informal.
Seguimos recorriendo este camino, enriqueciéndonos con cada encuentro, con cada palabra, con cada mirada, con cada movimiento.

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