sábado, 21 de mayo de 2011

DE LA CRONICA DE MATILDE

Llegamos cuando ya había comenzado la tarea, Juan Carlos nos manifestó el malestar que provocan las llegadas tarde tanto a él en particular como a la tarea grupal. Aclarado este punto comenzamos realizando una recorrida por los conceptos morenianos acerca del psicodrama y también la explicación acerca del trabajo que vamos a ir realizando durante este año. Entre el psicoanálisis y la tragedia griega se aloja el psicodrama y allí nuestro primer año de trabajo en el que nos abocaremos al YO AUXILIAR, aprenderemos a ubicarnos como auxilio del otro, ese será el eje hasta llegar a saber a fin de año el personaje que nos asignará el coordinador a cada uno de nosotros. Esto me genera curiosidad, ganas y también temor frente al encuentro con esa parte nuestra que aflora y también se oculta.
Comenzamos con un caldeamiento, aunque al comienzo pareció más un calentamiento de una actividad física cualquiera que una entrada en calor para entrar en clima. Primero caminamos moviéndonos como la música nos guiara, sin poder lograrlo demasiado, hasta que el ejercicio se modificó: nos dividimos en dos grupos y cada uno de ellos fue guiado por una compañera, cambiando el que lideraba la actividad cuando el coordinador lo indicaba, así todas fuimos guía y guiadas. Allí sentí que pudimos empezar a disfrutar de la música y también de expresarlo con el cuerpo. Particularmente a mi me resultó placentero, fue agradable, y a medida que la actividad avanzaba cada vez había más conexión y fluía más fácilmente.
El caldeamiento nos aflojó, hizo efecto y pasamos a otro ejercicio que realizamos casi todos en parejas, salvo un grupo que fue un trío. Juan Carlos lo llamó el ejercio del hipnotizador, con la palma de la mano delante de los ojos de la compañera debía llevarla como si estuviera atada por un hilo y la hipnotizada debía mirar fijamente la palma de la mano, sin desviar la mirada de allí. Parecía sencillo, y comenzamos a jugar. En principio fui guiada por mi compañera y realmente me hipnotizó, sentí que allí comenzamos a poner en juego la confianza, dejarme llevar por el otro, confiar en el otro, ponerme en las “manos” del otro. Luego tuve que ser yo quien guiara, acá apareció la responsabilidad de llevar al otro y de cuidarlo, algo que seguramente tendremos que ir aprendiendo durante el transcurso de este año.
La tercera parte de este mismo ejercicio fue que cada pareja guiaba y era guiado al mismo tiempo. Fue como bailar un tango, donde la señal del puño cerrado indicaba que debía llevarme el otro, el cambio de lugares se produjo casi sin esfuerzo en una especie de movimientos que parecían haber sido pautados antes. Esto nos muestra que el cuerpo habla y se expresa más allá de nuestros pensamientos, de nuestras intenciones, de nuestra conciencia y siento que el trabajo que realizaremos estará direccionado a expresar y también a registrar los sentimientos que se nos jueguen en cada escena.
El último ejercicio fue sentarnos frente a frente con nuestra compañera y mirarnos fijamente, concentrarnos en la mirada, de este modo el rostro se fue desdibujando y solo quedaban los ojos. Puerta de entrada en el vínculo con el otro, lo fue cuando al comienzo de nuestras vidas y sigue siendo lo mas primitivo, despertando sensaciones muy movilizantes. Nos sostiene y nos desarma. Nos vulnera y nos protege. Nos permite descubrir y nos descubren. Nos encontramos y nos perdemos.
Luego, la consigna fue contarle un secreto al otro, que quedará guardado como huella del proceso que cada uno de nosotros transitó con su compañera llegó así la despedida, como cada pareja lo sintiera. Hubo abrazos, llantos, apretón de manos, besos, sonrisas, complicidades, alivio, que generó un clima de calidez y comodidad.
Finalmente, nos reunimos todo el grupo y compartimos nuestras vivencias a lo largo de todos los ejercicios, coincidiendo en muchas de las sensaciones transitadas. Así cerramos el encuentro hasta dentro de 15 días.

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