sábado, 16 de abril de 2011

DE LA CRONICA DE ROMINA

Hoy, un nuevo encuentro, aunque fuera el segundo, es el primero en el que estamos solo los de 1º… el grupo es más reducido y eso permite vernos más de cerca, hay una compañera nueva y otra ausente…
Juan Carlos pregunta cómo nos fue en la semana y las repercusiones del primer encuentro, yo por mi parte, me había ido muy relajada y los días siguientes, le conté lo que habíamos hecho a todo el mundo!... también nos pregunta las expectativas que tenemos y nos adelanta un poco de los próximos trabajos y presentaciones, personajes, compañeros, salidas y teatros… un bombardeo de estímulos que quedan flotando en la habitación y van cayendo sobre cada uno de nosotros provocando diferentes respuestas…
Basta de chácharas y caldear el cuerpo, recorro la habitación encontrándome con mi cuerpo duro de estar sentada toda la semana, tenía ganas de estirarme y ventilar las axilas, mover las articulaciones y despegar la columna… rompemos el círculo, formamos el círculo… ahora una dinámica de presentación, estrecharnos las manos y contarnos algo pero no hay que soltarse hasta no encontrar otra mano que tomar… se nota que somos mujeres y hacemos lío, siempre queda alguna suelta medio perdida por ahí, por suerte están Fernando y Vale que nos ayudan… hablamos mucho, pero ¿escuchamos al otro? Juan Carlos nos somete a la prueba, otra vez el círculo y una pelota que empieza a rodar o volar o a golpearnos las caras… hay que lánzasela a alguien reproduciendo algo que nos haya contado… se hace una verdadera ensalada de nombres y experiencias compartidas, perros, gustos y disgustos, familias y estudios…
Nos quedamos en el lugar, cerramos los ojos, pensar en lo que estamos empezando a vivir nos hace despertar los miedos, al abrir los ojos, hay que pensar qué contarle y a quién… no es fácil abrirse sin embargo escuchar que los otros tienen los mismos miedos los hacen parecer insignificantes y de pronto, el miedo gigante que parecía un monstruo y me agarraba por dentro impidiéndome avanzar, se empieza a hacer más chico y yo puedo tomarlo de la mano y llevarlo a pasear por el círculo en el que de repente, todos ellos van saliendo y encontrándose unos con otros, se miran, nos escuchan, juegan entre ellos y al finalizar el ejercicio, se esfuman… algunos se quedan en los rincones de la sala y nos observan de lejos, otros vuelven con quienes los dejaron salir y toman su lugar, no es fácil desprenderse de ellos, pero al menos hoy fueron exorcizados.
La mirada del otro ya no juzga ni amenaza, sino que comprende y acompaña… somos todos iguales, nos sudan las manos ante lo nuevo y se nos acelera el corazón, tratamos de relajarnos al caminar por la sala viendoala desde diferentes ángulos; aunque veo cosas nuevas, me siento como si la conociera de toda la vida… de pronto una silla y luego comienzan las escenas que recien estan brotando, pequeñas semillas, dramática de la imagen… y que imágenes! Me angustió el hecho de que uno de mis miedos se hiciera carne en el esenario, buscaba la mirada, la forma de llamar su atención para empezar a conocernos pero su indiferencia y frialdad me mataban… parecía que no había forma posible… sin embargo, al momento de compartir, confiesa que tenía tanto miedo como yo, mi mirada le resultaba demasiado y necesitaba darnos la espalda…
eso es compartir… dar, para recibir.

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